La distancia fría,
las espinas raspando el cristal en una desesperación inútil.
Cada ciertos minutos,
una sonrisa inquieta,
y detrás,
un jardín, un paraíso de piedra
que espera su destrucción.
Pero yo
sigo regando las flores.
La distancia fría,
las espinas raspando el cristal en una desesperación inútil.
Cada ciertos minutos,
una sonrisa inquieta,
y detrás,
un jardín, un paraíso de piedra
que espera su destrucción.
Pero yo
sigo regando las flores.
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