Se desliza sobre mi piel inerte
el tercer día.
Tras el muro de yeso,
una oscuridad se inflama
dejando todo al descubierto.
Me irrita los ojos el viento.
La voz amada
susurra desde lejos sueños de invierno.
Al filo de las luces,
un abrazo sin piel viste mi lienzo.
Llueve.
Bendita lluvia para esta tierra de secano, y bendita poesía que proclama su hermanamiento. Saludos
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