Enfermo de Abril

 A la lunática vida que escondo

le dedico mi memoria.


Me hace falta ese asomo de luz

que me lleve de la mano al corazón del poema,

pero todavía no se ha puesto el sol

y el llanto inaudible arremete

contra cualquier muestra de tristeza.


El lugar sagrado guarda en su interior

el eco mudo de un verso castrado.


La azotea brillante es un paraíso mutilado:

tirada en el suelo una muñeca de trapo

y un recuerdo agotado de intentar llorar.


Me dejo vencer

mientras protejo contra el pecho

las manos amarillas bajo el viento.

Así no volverán a querer.


La crueldad de la sentencia

se arroja irremediablemente contra el mármol

quebrando el silencio:


dentro de mí

los restos de ese tiempo se van desmoronando

y el sueño deviene Mayo enfermo de Abril. 

Comentarios

  1. Encuentro algo sutilmente triste en este poema, que retrata un desesperante estado de abandono.
    Enhorabuena.

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