Por los raíles rotos,
con el motor estropeado en la garganta,
alimento palabras espejismos,
oasis que no calma.
Se detiene el rostro en las rejas oxidadas,
los ojos se han roto,
la fuente está agrietada;
el jardín paraíso se ha convertido
en un desierto de arena infinito
que aún abraza.
-duele demasiado la mirada
cuando el fuego ha hecho cenizas
de la mañana-
Pero el día llega con sus garras,
y se hace abismo frío con fondo de agua.
-el salto es la ventana;
el temblor está agotado
de asomarse en vano a la esperanza-
Aciaga fortuna que ennegrece la piel
en la plasticidad cansada.
-Es tan necesaria la otra mirada,
muerta en la caricia, viva en el dolor...-
Reposa el corazón:
en ese mísero recuerdo tenebroso,
revive la distancia despiadada
hasta hacerse inmortal.
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