Aquel verano en Aiguablava

                                                                                          A Ona


Paseos largos
descubriendo el agua del mar de Aiguablava;
los paisajes que por entonces,
eran casi nuestros.

Hacía tanto sol...!

Corrías por las rocas
ligera y contenta
mirando hacia atrás para ver
si seguíamos allí,
observándote,
con la sonrisa clavada en los labios.

El aire olía a sal,
y las olas te llevaban y traían
como ahora
los pasos eternos
vienen y van
de una imagen viva
a una muerta.

Qué frío ahora en esa playa;
qué vacío el camino entre las hojas crujientes de los árboles,
qué vana la caricia de los rayos de sol
en la cara.

Tú jugando con el agua
es la imagen que apuntala
mi vida entera.

Lo cierto es
que la pena,
recogida en un precioso recuerdo
es 
casi
menos pena.



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