Me he sentado con tu libro entre las manos
a mirar el río.
No sé muy bien por qué lo he traído,
pero quería tenerlo conmigo
mientras miro el agua correr
en su libertad imperfecta.
Somos imperfectamente libres.
Como tu verso.
Las piedras mojadas sonríen
mientras mis ojos se deslizan
sin moverse del curso.
Tu libro tiembla en mis manos,
lo siento;
te estoy leyendo en el agua.
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