Enganchada a la piel
como una temeridad precisa y concreta,
el agua torrencial se desliza,
en un tierno viaje con poca paciencia,
desde un cielo azul hasta la charca seca.
-el suelo está más cerca de lo que se cree,
aunque la sombra del cielo aún arde en las venas-
¿Quieres que bailemos?
¿Quieres que contemos a los días
que las noches fueron otra vida
donde siempre llovía?
Debería ahogar las palabras
en el mismo fango donde hundimos la cabeza.
Hay un dolor vivo que voy a dar por muerto,
no quiero acunar más el sueño en esta celda.
Y aunque la boca siga abierta,
me cerraré los huesos
para que no se filtre la tristeza.
Me basta con este peso crudo en el alma famélica.
-el suelo está más cerca de lo que se cree,
ResponderEliminaraunque la sombra del cielo aún arde en las venas-
¿Quieres que bailemos?
¿Quieres que contemos a los días
que las noches fueron otra vida
donde siempre llovía?
ahhh que letras por Dios, que buena eres escribiendo niña¡¡
Muchas gracias, bonita! Perdona, que no había visto el comentario... Abrazo!
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