Pero no llegas


Entro en el bar.
Me digo a mí misma que vas a llegar.
-no llegas-.
El camarero pregunta
si prefiero sentarme en una mesa
en lo que llega su pareja.
Sonrío discreta
y me alejo con la jarra de cerveza.
Me acurruco
en la mesa del rincón
y alzo la cabeza.
Fuera hace sol
pero el frío me hiela la mirada
a través del cristal empapelado
de nostalgias diversas
que han ido dejando los clientes.
-No llegas-
Pido otra cerveza
y llegan a mi mesa
unas manos invisibles que me atraviesan.
Mastico la pena
y otra vez sonrío,
menos discreta y algo más ausente.

Me espero a mí misma.
Pero no llegas.

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