Dentro


Vivo en paraísos de piedra
por cuyas paredes gotean
las lágrimas del tiempo.
Tres abismos por donde dejarme caer
y sin embargo,
los pasos arrastrados en plena estupidez
siempre hacia el mismo lago;
el que nunca fue azul,
el que se cubrió de hielo
dejando mis pulmones justo debajo
de la primera capa de tristeza
al borde de un suicidio premeditado
que nunca tuvo sentido,
ni palabra,
ni respuesta.

Tantos tiempos revueltos
intercalando años lluviosos,
viviendo noches eternas,
peleando contra días densos
y todo sin dejar de tejer incertidumbres
para construir certezas
que aún no comprendo.

Pero no me escondo;
no me aporta nada dejar la puerta abierta
pero no me escondo.
Simplemente dejo un velo opaco
en todas las puertas y retengo dentro de mí misma
el alma en cueros.

Es demasiado frío el acero de la argolla
para mi cuerpo


Comentarios