Único epitafio


Hoy he paseado por nosotros.
He sentido un pellizco
en mi lado izquierdo,
y una lejana canción apoyada en la puerta.
Llora algo por dentro,
pero no lo reconozco.
Me he envuelto en el silencio,
he cerrado los ojos.
Pero sigues doliendo.

Llevo días de lluvia en las entrañas,
una hoja doblada pegada al corazón
y las migas de una azotea desesperada
acechada por la oscuridad.
Gotea el sentimiento
por la mirada oculta en el espejo;
hay amores que nunca secan, dicen,
y la humedad nos cubre los huesos
a los dos.


He paseado por nosotros,
por el pozo de versos olvidados
que arrugados en pedazos
duermen el tiempo que nosotros soñamos.
Olía a té en estas manos,
a frío del Norte,
a memoria exacta de cada uno de los rasgos de tu rostro.

Ahora se extiende un frío aroma a mármol,
a hiedra sedienta, a luz de mediodía
sin un breve descanso
entre hojas quejumbrosas que arrullan
amores enterrados.

-poemas,
cuántos poemas solitarios...-

He dejado la tapa abierta,
un beso colgando en los labios
y una flor amarilla 
que por la noche brilla
como único epitafio.

Y a tus pies,
corazón,
la mitad de un llanto.

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