Nocturnidad.
Colgando
de unos párpados vitales
que
guardan siete mares.
Se
desborda la inquietud
de
una pasión dormida.
Período
de paz entre la guerra,
soñolencia
intermitente
entre
pasos vacilantes
que
no se atreven a llegar.
Cortinas
de humo.
Yo
misma, entre mis brazos,
ante
mis ojos cerrados,
cosiendo
imágenes robadas
un
perfil distinto,
una
nueva nada
que
sepa dar colores al negro lacrado
en
todas las paredes.
Y
de tanto subir y bajar,
la
vida me acusa de inestable
en
mi más adorada estabilidad.
Los
días pasean altivos,
despreciables,
muy despacio,
como
un deseo ardiente que se hunde
en
mi razón helada.
Bendita
hoja en blanco…
sabías
que hay un beso que no osa despertar?
Nunca
quise pensar;
bendita
hoja en blanco que me enseñaste a soñar.
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