acordonamos las espinas
con cintas de seda
que recuerdan caricias
nos miente el tiempo
abrazado a unos sentimientos
que siempre enaltecemos
pero jamás,
jamás llegamos a comprenderlos
son intensidades extremas
que nos cuelgan de los hombros
y vacían cualquier mínimo asomo
de sonrisa
cualquier amago de llanto
y es que todo es como una vida
que no vive ni respira,
pero roza la inquietud
de una amarga espera
que nunca termina
nuestras manos están llenas
de mapas rotos
que nunca nos dijeron dónde estaba la salida
al mirar más allá
lloramos pétalos tibios
creando flores de vidrio y sal
maldiciendo la inminente sequía
y en nombre del amor
guardamos la humedad
para futuras heridas
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