Trémulos rayos de poesía


Te posaste en la pared de mi intimidad,
plegaste las alas
y dijiste que sí.
Yo dudé,
pero el insomnio me dobló en dos
la voluntad
y acabé por confesar.
Por una vez en la vida
cerré los ojos al miedo
y me oí
susurrando un nombre en clave
mientras cargaba con más piedras
los bolsillos.

Ahí estabas,
mirándome con ojos de oleaje,
ahogándome mientras yo
con plena conciencia,
abría la boca para dejarme ahogar.

Recorrimos la penumbra de la vida
que coloreamos a escondidas
cuando el mundo se empeñaba
en estar por encima,
en ponernos el candado de realidad
y rompernos los sueños en pedazos
con la sombra de la palabra maldita
en nuestro regazo.

Y tragamos el viento a la orilla del mar
y nos llevó a cada uno a un faro distinto
-el tuyo envuelto en una niebla fría,
el mío oliendo a lluvia cada día-
muriendo en cara intento de volver a respirar.

Y en la mañana desconocida
trémulos rayos de poesía
nos hicieron llorar por detrás de la sonrisa.

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