Veinte inviernos


Veinte inviernos en los ojos
cayendo como nieve
cerrando el abismo
donde tuvo lugar el beso
que nos hizo Otoño;

frágil memoria entre los dedos
que se quiebra
al rozarla un suspiro quedo que amenaza
con romper a llorar.

Hielo en los labios
para acallar las algas que se enredan
en mi garganta;
el aire quema,
la piel se desgarra
a través de miles de recuerdos
encumbrados en la memoria herida
cada día
como una condena que nunca tendrá cura.

Pero sangran las palabras
rememorando besos escritos,
letanías de aguda sensibilidad
acotando la sonrisa degradada;
momentos de paz
recostados
en un aliento agotado.

Bajo una lluvia inacabada
grito en el cuerpo abierto


falto de voz.

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