En un eco roto


Caímos vencidos
a la luz del tiempo,
como si fuéramos dos simples inventos.
Creí en ti. Creíste en mí.
Y acabamos carcomidos por los miedos.
Aún te siento en las entrañas de Marzo
desde un Septiembre frío
que se acurruca aterrado
en un eco roto.

-nunca me asustó la locura,
pero quedé aterrada ante lo incierto
de una palabra que no se vio-

¿Qué esconde ahora tu mirada?
¿Qué esconde tu sonrisa fabricada?
Yo sólo tengo una que no puedo vender,
quizás por vergüenza,
porque llora a tientas
por una memoria desvencijada.

Recuerdo todavía la llamada,
el aire rompiéndose en mis manos,
el cielo derrumbándose a mis pies,
a los tuyos,
entre sueños barridos por corceles
de una realidad galopante
que nos arrastraba.

Qué más da tener las alas rotas
si no puedes volar al otro lado
de la tristeza.
Cruzo el aire sin ti,
deseo que se quiebra,
remonta los días cada mañana,
arrastrando los pies y las podridas ganas de escribir,
como una carga insólita


que ya no tiene aliento.

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