Escribo callada


No, no escribo a gritos.


Escribo callada.

Al borde de una mesa descascarillda,
mis ojos apoyados
en tu sombra,
y un escalofrío ardiente vistiéndome el alma.


Escribo muda, con la boca cerrada
y el alma abierta.
Al son del trino de un silencio vacuo.
Hay plumas de sueños al borde de la hoja,
manchas de sangre,
y un estupor cansado de fingir sorpresa.


Escribo mermada, con crudeza,
para asistir al entierro de emociones
y al nacimiento
de un sentimiento remoto
que brota entre las heridas;
ya no por las cruentas, también por las cosidas.


Escribo con vida para no caer muerta
a los pies de tu cama
con una mueca triste en la mirada;
para no ahogarme con esa sucia nada
que reposa en mis hombros coronada.
Escribo para llenar un olvido
que apostado en mis manos se viste de gala.


Y tú sentado en los poemas rotos
atraviesas mi rostro,
y a mí me agonizan las palabras.

Comentarios