No sé verme


Nunca es todo o nada.
Camina,
enciende los ojos en mi rostro
y recuenta cuántos miedos más
todavía me esperan al otro lado del abismo.

Qué hermoso espejismo
ese beso que nunca llego a darte;
milagros de mañanas,
noches acurrucadas
en palabras escritas con tu sangre,
eterno amor que delata una muerte.

Contando esperanzas
reapareces de nuevo
a la luz de una luna demacrada.
Me pregunto si me reconoces todavía
cuando la distancia emborrona
las manos que se agarran
a las rosas dibujadas 
en una memoria intransigente.

No me queda tiempo para echarte de menos;
creo que te vivo demasiado
aunque en el espejo de la tarde,
en esa borrina que nos cubre,
no
sé 
verme.

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