Errar


Echar a correr
y llevarme las raíces de tu invento
lo más adentro que pueda
del corazón.

Una luz sutil
ilumina la estancia acordonada
de la memoria
en la que aparece tu rostro.

Ni siquiera pienso en cerrar los ojos.

Recupero un mínimo espacio
para mirarte desde lejos
y asumir el tiempo que nos queda.

Qué hermosura de camino cortado
el de tus labios a mis brazos,
claves inventadas
y herencia vespertina
de la melancolía
en las palmas de las manos.

Nos rozamos 
en la cara oscura de la luna
cuando era noche cerrada;
sonó un beso avergonzado
que quiso hacerse grande
sin pretender un ocaso
para acabar en la oscuridad.

Pues somos nuestra propia claridad.

Empezar de cero es demasiado siniestro;
hace tiempo que los dos estamos hechos
yo a tu imagen, tú a mi semejanza,
sin embargo, esta locura tajante
marca un amor anclado en el extrarradio
de nuestra volubilidad.

A veces es realmente hermoso
errar tan acertadamente.

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