Acoso y derribo


Puedo ser culpable en tierra
o aligerar mis hombros
dentro del mar.
En todas las facetas, acabo ahogando el llanto
en la misericordia que pende de los hilos
que me mueven por las noches.

Detrás de cada tristeza
siempre encuentro una mirada de asombro
y un alarido que me encoge los hombros
hasta lograr entenderme.
En el fondo,
tampoco espero conseguirlo.
En el fondo,
tampoco quiero.

He dibujado el destierro en la piel de mi vientre;
hace demasiados años que aquí está permitido
el acoso a los sueños,
y detrás de las cortinas raídas
de mis pensamientos
se debilita la llama del haber sido.

Ni siquiera tengo ganas 
de seguir buscando el paraíso;
hace tiempo lo empeñé 
a cambio de tres palabras que aún no he escrito.

Acoso y derribo.

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