Me asesto veinte puñaladas
y sonrío ante el espejo.
Hace demasiado tiempo que soporto
la dualidad de una voz y de unos ojos
que no conviven en paz.
Hay muros enfriándose en la recámara
de mi sonrisa
mientras planto incertidumbre
en el centro de mis pupilas.
Hace demasiado tiempo que soporto
la dualidad de una voz y de unos ojos
que no conviven en paz.
Hay muros enfriándose en la recámara
de mi sonrisa
mientras planto incertidumbre
en el centro de mis pupilas.
Se deshace el alma,
se retuerce en una agonía impasible
que no deja espacio
para un verso más
Las palabras dejan de ser reales
cuando la estupidez corona
semejante cabeza,
y el terror ha sembrado las dianas
aunque el disparo esté próximo a fallar.
Las palabras dejan de ser reales
cuando la estupidez corona
semejante cabeza,
y el terror ha sembrado las dianas
aunque el disparo esté próximo a fallar.
Y lo más jodido de todo
es que el tiempo,
esto,
nunca lo dirá.
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