Los dedos como navajas
y encima de la mesa,
todo lo que creía que había creado
hecho pedazos.
Los ojos agrietados
y líneas negras a ambos lados de la silueta
que lentamente se va doblando.
Manchas de tinta en el ánimo.
Autodestrucción hecha palabra.
Lo que queda en este cuarto es sólo una parte.
A lo lejos
un llanto que ni siquiera oigo
me rompe la sangre.
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