Empujé la botella vacía
y cayó rodando hasta hacerse añicos.
Me devoraba una noche
Me devoraba una noche
que se retorcía en sí misma.
Y cada vez que intentaba abrir los labios,
caían las palabras ahogadas
que no hallaban salida.
El temblor no era de miedo.
Ni de dolor.
Era temblor de querer sobrevivir a algo
que desconocía;
el querer ir a más velocidad
con un veneno dándome la vida
y desterrando de mi memoria
los puñales de todos los días.
Cuando abrí los ojos,
vi una cara desencajada pegada en el cristal.
Y era mi propio rostro.
Y era mi propio rostro.
Este es tu blog, q padre, quiero hacer uno :D
ResponderEliminar