Agujas


No me importa arrancarme la piel
para sacar toda la incertidumbre
que golpea mis sienes a diario.
Pero no te creas, que ya lo hago con arte,
sin dejar siquiera manchas de conciencia
en la alfombra que viste esta memoria emocional.
No, ya me he curado de esos recorridos
que no me llevaban a ninguna parte,
de luces y sombras que sólo jugaban
a hacer enloquecer un amor
conjurado siempre bajo sospecha.

A ratos me tiembla la ira entre las manos
que se muestran tan deshechas,
que no sabrían ya cómo agarrarte.
Lo que hay detrás de este mal rato
es sólo un recuerdo desafinado
que no entiende de promesas nunca dichas.
Me dedico a revolver los armarios
para arrancar los últimos rayos de luna que guardaba
para poder verte en la oscuridad,
y a medida que se van,
algo se retuerce en el medio de ti mismo,
mi calor desvanecido, mis ansias de llamarte,
el terror tan arraigado de sentir esta miseria
calándome los huesos
y reduciendo al mínimo mi voracidad.

Es una muerte que llega a paso lento,
unas agujas que no voy a malgastar
hasta que dejen mi luz hecha jirones;
que la vida me es más vida en la oscuridad,
y he caído ante todas tus condiciones.
He olvidado cómo volver a andar. 

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