Sólo nos quedan palabras


Dediqué mucho tiempo
a meditar las palabras que quería decirte
al caer mi noche y tu mañana.
No se puede domar el alma salvaje
que ansía volar.
Haría lícito el romper las cadenas
que me atan a esta debacle emocional,
pero pesa demasiado la masa incalcanzable
que abre silencios entre nosotros.
Que los labios quieren gritar tu nombre,
pero no hay voz que atraviese
las densas nubes que corroen
el más mínimo intento de cordura.
Con mi locura entre las manos,
planeo el viaje harmonioso que ha de llevarme
a unos brazos, a una piel que se dibuja
en mis insomnios
noche tras noche.
La imposibilidad de acariciar tus gestos
y de abrazar tus sueños
me lleva a pensar que tras tus ojos
hay un vacío que quiero llenar.
Entre las sombras, todo puede ocurrir,
pero la realidad es una cruel demostración
de vileza y siniestralidad.
Ya sólo nos quedan palabras
que sin mirarnos intentamos pronunciar.

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