Venciste


En esta guerra inútil, me lamento
de tener las mejores armas
demasiado lejos.
Indefectiblemente,
tus nubladas sonrisas
causan estragos en mi defensa,
y como ejército compuesto
por una sola sombra,
va rompiendo uno a uno mis escudos,
derrite mis lanzas afiladas
y rompe mis esquemas y mis mapas.
No me sirve ofrecernos simulacros
de acercamientos literalmente soñados.
No le sirve a mi piel que sólo llegues
a acariciar desde lejos el deseo
que con cada letra se estremece.

No puedo contemplar la retirada;
hace tiempo un poema me lo dijo,
mujer, no te acerques demasiado
que al fuego le gusta jugar con fuego...
Y esta noche,
en las llamas de este silencio elocuente,
se queman mis telas y mis armas,
olvido dónde estoy, de dónde vengo,
y en un alarde de locura
confieso a tus palabras
que esto es lo que soy, y te lo entrego.

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