Es un pequeño rumor de aturdimiento:
el corazón febril siente que ha de morir
justo cuando está volviendo.
La incertidumbre reina con los ojos vendados,
pero ama aún la belleza pálida
de un sol vespertino
que acuna el día hasta dormirlo
para ceder al temblor,
y entonces,
abre los ojos,
extiende las manos
y roza el silencio tumultuoso
de un amanecer proscrito oculto en el corazón.
Dentro de un pecho ingrávido
abrazo sin saberlo
las nostalgias vertidas en tu respiración;
pupilas sonrojadas,
labios deformados que apenas pronuncian
un solo ardor.
-tan preciosa la corona de espinas...-
Un amor accidental sacude la vida.
¿Es añoranza? ¿Es dolor?
¡Ca, es una herida!
Comentarios
Publicar un comentario