De cada uno de tus dedos,
una letra,
posándose en mis párpados
hasta cerrarme el alma;
sin voz,
sin un papel de por medio,
una letra nacida de cada silencio
de la niebla mermada.
Ahora presumo de epitafio en la mirada.
De cada uno de tus dedos,
una letra,
posándose en mis párpados
hasta cerrarme el alma;
sin voz,
sin un papel de por medio,
una letra nacida de cada silencio
de la niebla mermada.
Ahora presumo de epitafio en la mirada.
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