Siempre hay una última palabra
que se mastica incansable
hasta que el veneno se convierte en alimento.
En esa incongruencia,
recorro el alba buscando otra noche viva.
Sinuosa, me arrastro hasta el miedo
y ahí
ante mis ojos,
veo empezar su Primavera retorcida,
veo cómo florecen
preciosos,
los lamentos.
Por esa memoria nítida,
escribo el delirio en ocho páginas y media;
la querencia,
la ausencia,
el vino derramado en unas manos frías
y el beso cálido del silencio idílico.
Saber la turbulencia y entrar sin permiso
y ahí,
todavía,
las caricias trágicas rajando el cielo,
lacerando la piel.
Ese pequeño cuchillo amoroso y cruel.
Me derramo en vida en el abrazo ausente;
con el secreto escondido tras los labios,
sonrío ante el espejo:
amo
la adorable tiranía del verso
donde todo sucede.
Todo sucede, hasta llenar de metáforas a un poema para hacerlo exquisito. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias por tus lecturas y comentarios. Abrazo!
Eliminar