Absurdamente

No hay eternidad;
no hay refugio en las caricias
decididas
a cruzar el mar,
a abrazar el viento. 

El pecho naufraga
-de llanto, de duelo-
Espinas tras el fuego.
Dime, ¿cómo se acallan los sueños
cuando son un bloque de acero en las entrañas?

Lo creí,
o quizás quise creerlo.
Y pinté los días
con todos los reflejos del océano,
pero ay,
que es negro el paraíso
cuando en la garganta
 los nudos se suceden sin permiso.

Y me condeno.
Flagelo el alma aturdida con desvelos.
¿Cómo se olvidan
las palabras en los labios como bloques de hielo?
Cada frase una herida en el corazón inquieto...
Cae la vida
vencida
por un corte certero.

Ni siquiera el poema sabe a despedida...
Que no quiere, ¡no quiere!
Mordaza al corazón y puñalada en la frente.

Detrás de este silencio,
queda en la piel, suspendida,
la vivencia escrita del deseo.

Absurdamente.

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