La sombra de mis palabras

debo decir que te miro,
te miro tanto...
en el amanecer de la nostalgia,
en el anochecer de la piel
cansada,
te miro,
te miro tanto...

es demasiada la sed,
no hay serenidad en ningún grito
de los que aúlla el tiempo de la espera
-en
ningún
grito-
y aunque me sigan doliendo los ojos
de mirar niebla,
sólo niebla,
aquí sigo,
y espero
y miro

miro
los días,
los que faltan,
los que llegan
los que me aterra ver pero muero por verlos
de nuevo
otra vez
en las manos ardientes y los ojos brillantes
de alegría,
de pena

pero hay temblor en toda la añoranza,
hay temblor,
y el vacío infinito
sostiene que ya no,
ya no,
que está desamparada
esta madrugada
sin tu voz

que tú eres la sombra
de mis palabras
y que yo
yo sé muy bien
que soy poesía rota,
que no soy nada

pero te miro,
porque tú eres la única paz
que encuentro cuando cierro los ojos,
te miro, te escucho,
te escucho siempre sin oírte,
sin verte,
te escucho siempre

y la vida
-de repente.
es menos triste,
más música,
más dócil

menos día
más noche

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