Quiérote

He abierto las compuertas de mi cuerpo
y dentro todo es vértigo
atado a un infinito
que desafía las raíces.

Con el temblor del invierno,
se ha avivado la memoria
y una lluvia eterna
acaricia un vacío de mármol
que resuena 
en el corazón y en la cabeza.

Quiérote,
pero tengo el frío sensible en las manos
y el poema virgen;
pero siénteme,
sonríe...
que mi pequeña voz se arruga
bajo tus ojos tristes.

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