Nunca antes




Nublados los cielos,
quedan las amapolas en los ojos,
rojo sangre.
La certeza de la herida,
manifiesta,
en la corteza de la vida.

Se ha quedado el llanto en las aceras,
la carne ardiendo,
el temblor en las nubes
sacudiendo la lluvia de lamentos.

¿Y el amor? dicen...
Nadie sabe
sin embargo,
los ocasos
nunca antes habían sido tan brillantes

y tan dolorosos. 

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