Hubo un asomo de ternura
y se abrieron los cielos.
Tan pequeño fue el instante,
que duró
todo nuestro tiempo;
hicieron surcos las palabras
en la piel
y hasta el silencio retrocedió
por el desvelo;
pero era un sueño
la fe,
con la carne ardiendo.
Por muy pequeño que sea yo siempre digo que ya es mejor que nada.
ResponderEliminarTe sigo, espero verte por mi rincón.
Un saludo.
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