Con olor a tormenta

sé que el mar nos dibuja las nostalgias
en los ojos
cada mañana,
aunque no veamos más que nubes
y eternos edificios de cemento,

sé que caminamos, 
impertérritos e inertes en la piel,
y latiéndonos las venas,
y escondidos la sombra de un beso
que sólo sentimos a ras del silencio,
respiramos ese otro aliento en el aire,
y nos tiembla la pena;

acurrucada en una emoción sedienta,
estoy segura
que tus caricias habrían olido a tormenta

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