La última carta

La temblorosa fragilidad de la última carta


El tiempo vacío
desliza silencios sobre el agua gris;
hay tristeza en el temblor de las flores.

En este ambiente acuoso,
escribo la última carta,
llenándome de heridas los abrazos
y los ojos.

No se oye nada
salvo el sonido de las hojas que crujen
como si fuera
un llanto acostumbrado a escucharse;
la voz regresa del interior
agotada de tanto llorarse.

Escribo,
los dedos se estremecen,
y la boca late.

Comentarios

Publicar un comentario