Con heridas en la frente

Me asomo a la oscuridad.
No sé si es fuera o dentro,
pero asomo los ojos a esa otra ciudad
mientras encuentro
que un vacío hace eco
del silencio
prendido
a los párpados
del miedo.

No estoy ausente;
soy una espectadora con heridas en la frente
y una margarita amarilla en el ojal.
Y aunque me ahoguen las ganas de llorar,
distingo cierta belleza lumínica
en esta oscuridad.

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