En este día de invierno

Me he preguntado muchas veces
qué hay detrás de los meses vacíos;
de los días que se han arrastrado
como serpientes heridas,
dejando ese rastro de veneno triste
que aunque no quieras,
siempre acabas por encontrar.

Nunca he sabido ver nada.

Mi añoranza ha sido un cuadro mal hecho
por el que nadie ha apostado
y ahora
yace un rincón de la avenida
sin una mísera mano que la coja.
El derrumbe ha durado un año,
y el agujero que ha quedado no lo va a llenar el tiempo
ni el llanto
ni el recuerdo.
Hay vacíos que están llenos de amor
y hay amores que están vacíos:
creo que tengo un poco de los dos.

He recorrido todos los caminos posibles
dentro de mi propio corazón
y he seguido sin comprender esta tragedia;
pero he descubierto
que hay un precioso velo poético
que cubre la parte más oscura;
la que no quiere,
la que se oculta de todo lo que hay fuera.
Y ni siquiera sé si estás ahí todavía.
Ni siquiera sé si estás.
Ni siquiera sé todavía.

Hoy,
en este día de invierno
en el que he querido preguntarme a mí misma
si todavía quiero,
sólo sé responderme
-aunque me muerda el miedo-
que medio latido resuena
cada mediodía
y una taza de té
tiembla
en unas manos que no son mías.

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