Cerrando los ojos

Hay una última parada
en el subsuelo de la melancolía.
La de los cuchillos alineados en la mesa,
la de los vasos rotos,
la de las letras esparcidas por el suelo.

Hay una agonía ingrata
en cada tramo prestado de alegría.
La de la distancia eterna,
la de los gritos sordos,
la que canta el réquiem en señal de duelo.

Hay una sonrisa robada
en cada noche sucia y encogida
La que siempre disfraza la tristeza,
la de los labios rojos,
la que grita a la espalda que aún hay tiempo.

Hay una puerta cerrada
en la oscuridad de la cobardía.
La que escribe en la frente las promesas,
la de los miedos cojos,
la que ha partido los cimientos de tu sueño.

Y aun así, sigues viviendo a remolque
del legado de tus noches
mientras vistes los días
y decoras tus mentiras
a tu antojo.

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