Sabor a llanto


miedo en los ojos de la muñeca
que aún sonríe
la entereza ha quedado en su rostro de cera
y al final
yo me he hecho de trapo

se me doblan las piernas
los pasos me acusan
de no saber medirme a tiempo
a pesar de todo lo que me he enseñado
a base de lecturas ciegas
y abrazos diáfanos

al llegar la noche,
punzada en el costado
espina de hielo
y con el descaro habitual,
la vida recostándose en mis brazos
dejando sabor a llanto en el paladar

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