Mañanas


Esas mañanas de lluvia delicada
escenificando meses eufóricos;
andares alegres, seguros, perfectos
en un maravilloso aislamiento.

Hoy camino, pasos desdentados
que vacilan al girar la esquina.
Se doblan las rodillas
y pienso en sentarme en la orilla
del camino
antes de caer.

Me hablaste de amor una vez,
y al creer que era cierto,
me alcé en todo mi esplendor,
floreciendo palabras de los dedos,
magia dormida que se desesperezaba
con una nueva voz.

Me la prestaste, recuerdas?
La tuya, que salía de mis labios
como un amanecer continuo
y en una niebla fina
que no le importaba si no entendía,
porque sentía,
porque vivía,
porque sabía
que había cielos
más allá de las paredes.

Pero vino el tres, el dos, el uno,
y con ellos el sepulcro de tantas flores amarillas,
de tantos versos dirigidos a conciencia
a una incertidumbre
que, admitámoslo,
en cierto modo nos entretenía.

Y hoy me veo viviendo mañanas que no reconozco,
estas mañanas de tormentas abstractas
escenificando meses acotados
por una oscuridad abrumadora.

Me devolviste al mundo con un silencio,
ahora esta voz es atronadora
ahogada por su propio estruendo.

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