Último 27


No es necesario
arrancar todos los geranios del balcón.
A veces es suficiente
cerrar la puerta
con el golpe de voz
que tengo aún encerrado en mis pestañas,
y olvidar lo convenido.

Dejé florecer demasiadas promesas
disfrazadas de silencios,
haciéndome un escudo cada tarde
para ponérmelo.
Por si te iba a ver.
Pero se me acabó girando hacia adentro,
protegiéndome a mí misma de mí,
sin dejarme salir,
envolviéndome en mis propios miedos.

Sin embargo,
después de haber contado
soledades,
todos los cristales me parecen opacos.
Ese rumor vago de poemas
soltados a bocajarro,
ha enmudecido de repente
bajo un folio en blanco.
Y cuando cierro los ojos,
las flores amarillas de deslizan
hacia el fondo del cemento,
las canciones desafinan ciertos versos,
now I’m free falling, y siempre a tu lado,
bajo esa luz de Agosto
que nunca llegó a vernos.

Hoy la lluvia empapa los recuerdos
que nacieron de ella misma
y de la tristeza,
de un socorro inoportuno, de unas pocas letras.
Ahora lo veo con mis tristes ojos:
dos sombras se difuminan
dejando un rastro de cenizas y plomo,
al fondo de la biblioteca.

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