Empieza a ser normal


Tengo otra noche clavada en mis ojos.
La noche en que volaron las palabras
de una mano a otra,
remendando lagunas insomnes
de mis propios deseos.
Ante un vasto horizonte
con neblinas de ausencias,
se desprendió la imagen proyectada
en un verso sin conciencia,
una invitación 
para asistir a la colecta semanal
del mismo sueño sin cumplir.
Las ganas sobreviven
bajo el peso fúnebre
de una estructura marmórea.
Qué maldito vicio de escupir
las palabras que tanto me dañan,
como si fueran a ser flores sempiternas.
Empieza a ser normal que ya no me asombre
que en la punta de mis dedos
aún tenga tu nombre.

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