Tus labios son mi asiento favorito.
Allí me refugio,
allí sonrío,
y escucho un eco oscuro
que me quita el frío.
Me apoyo sutilmente
en la suavidad ardiente
de tu boca.
Me muevo cuando hablas,
pequeño balanceo que me mece,
que me lleva a no soltarme de esos labios
que me poseen.
De vez en cuando,
te robo una palabra
que guardo en mi bolsillo,
y entonces, en tu voz,
se descubre un vacío
que te hace reír.
Yo me sonrojo
y con un ligero parpadeo,
escondo los ojos vergonzosos...
Me gusta acostarme entre tus labios,
beber de tus suspiros,
y dormirme en el aliento y el susurro
de tus versos favoritos.
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