Un bofetón de lágrimas


Necesitaba una ternura
que acariciara la sombra de mis párpados
con un beso imperceptible por la realidad.

Letras dibujadas en cada uno de los dedos
componían la elegía
al olvido más inmenso.

-no, no, no, yo no sufro de olvido,
sufro de presencia-

Qué austeridad ahora en la azotea
donde brindamos los sueños
a la vida.

Hay tanto silencio,
tanta oscuridad que no comprende...
¿y las luces de colores
que marcaban el camino a nuestro tiempo?
Debían ser perennes
y se fueron diluyendo poco a poco.

Se aturdieron los viejos impulsos,
esa retahíla de magnificencias
que acabaron afónicas
de tanto llorar.

Necesitaba una ternura,
pero llegó un bofetón de lágrimas.

Y ya no fui capaz.

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