Elegía incurable


Mueren las palabras
una a una
en manos de un alma torpe
demasiada acostumbrada a ver sueños sesgados
con la hoz del miedo.
Chocan contra el suelo malcarado
que sólo ca calor a mis piernas
a través de unos pies poco ágiles
que quieren saltar,
pero se quiebran a cada paso mal dado.
Y me hierve en el cuerpo una esperanza, una,
una que me ha de llevar a la puerta acertada,
aunque no sepa obedecerla,
ni seguirla,
ni escucharla.
Los errores se pagan demasiado caros,
pero en el fondo, a mí me gusta equivocarme
y aprender que un error es un intento
aunque al final no aprenda nada.

-y conste en acta que esto
no es en absoluto argumento
de alguien que pierde,
o quizás sí, pero aquí no tiene efecto,
porque mientras algo siga latiendo dentro
es que la lucha aún no ha terminado-

Cerrada la puerta de la habitación insólita,
araño las paredes demasiado pintadas
de imágenes deformadas por el paso del tiempo.
-ah, ese caballero impío y egoísta
que va dejando llagas que no curan
en cada arista de la vida-.

Restos de tinta bajo las uñas
escriben una elegía
por todos los alientos que nos dimos
y que ahora reposan
atravesados por una espada
que nunca acaba de matarlos
aunque le demos permiso para hacerlo.

Comentarios