Cómo despertar


Después de haber contado soledades,
todos los cristales me parecen opacos.
No hay ventanas en el alma adormecida,
no huelo a sal;
no veo las  nubes mecidas
por el aliento del mar.
¿Qué pasó con las flores?
Mira la espuma en mis manos;
ahí dejé naufragar las esperanzas
que he vendido
después de haber agotado los intentos
de no ceder a la voluntad más cercana.

Tu ausencia se eleva en el aire
hasta rozar el cielo,
mi cielo,
aquel cielo que acuné en mis brazos
para que durmieras.
Nunca más te desvelaste
en el último recuerdo
dibujado en el aire.

Queda un sonido áspero
que engloba diecisiete versos
anestesiados de olvido
que no recuerdan cómo despertar.
Y cuarenta pasos hacia adelante.

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