Todavía


Aprender a impermeabilizar los sentimientos
y dejar ahogar el tiempo
en medio vaso de licor.
Sólo intento rociar el cielo
con el vapor de un aire extraño
que arde en las nubes
cuando no hay recuerdos que creer.

No nos contentamos con dibujar
ese pasado sórdido
que fue un invento más de nuestros ojos,
y nos vestimos con un futuro de preguntas
mientras pisamos las respuestas
a cada golpe de amor.

Lo que tiene que ser,
es tan frágil como una rosa
que se marchita en el vaso de la incertidumbre,
del terror a romper aquello que nuestros días
tienen la obligación de conservar entero.

Pero tú y yo ya hemos pactado con el silencio
cada una de las caídas de las hojas
de nuestro propio Otoño,
y en esa oscuridad tan estudiada,
tus manos traen estrellas a mis labios
que siempre reconozco.

Antes que empiece la demolición,
vertamos las ausencias
sin tener en cuenta que vivimos más despiertos
cuando nadie nos mira.
Llorar en un rincón de la apariencia que nunca se ve
y agarrar tu mano ilícita en el aire.

Todavía me quedan muchas noches de invierno
para soñarte. 

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