Te echo de menos


Sí, es verdad.
Te echo de menos
Y ahora el aire quejumbroso
es un susurro tenue de caricias
que nunca llegan.
Hay pájaros que vuelan
clavando sus ojos en mi inestabilidad;
van hacia el Norte,
huyendo de la cordura
que se posa en mi cabeza cuando hace sol;
a mí es la lluvia la que me reinventa
cada vez que la máscara se cae al suelo.
He estado estática jugando con tus dedos
mientras dormías
y ahora no sé dónde esconder tanto desgarro
que pasea por mi vida sonriente
porque yo misma lo he invitado.
Se esconde entre los dientes la amenaza salvaje
de una voz que no sabe pronunciarse.
Ya sólo queda cerrar la ventana,
envolverme en mí misma
y dejar de engañarme.

Te echo de menos,
es cierto,
pero todo es cuestión de acostumbrarse.

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