Silla vacía


Es palpable el frío de la silla vacía
en la cabecera de la mesa.
La copa deja caer
una lágrima discreta en la memoria
de todas las caras.
No es fiesta si tu voz
no puede sonreír.
Estos días
han pasado discretos
cogidos de la mano de una ausencia
y ahora,
que las puertas se cierran
y se torna oscuro el cielo,
encogida bajo una manta de tristeza,
sólo intento echar al frío de aquí.

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